jueves, 17 de julio de 2008

Resplandecientes como el sol


SUN CAGED son metal progresivo puro, caña guitarrera y sensibilidad melódica con buenas dosis de exhibición técnica.

Su música es limpia y meticulosa, incluso a veces puede parecer engañosamente ligera a pesar de la contundencia con que suena la guitarra de Marcel Coenen. Eso es parte de su sonido propio: la sensación de amplitud; la consiguen con unos profundos fondos de teclado, que a ratos parecen trasladarte varios metros bajo el mar o varias millas en el espacio. También la ordenada voz de Paul Adrian Villarreal tiene bastante que ver, con sus tonos suaves pero ultra-agudos, extremadamente afinados y con cierto aire AOR. Y, como no, la guitarra de Coenen utiliza intensos delays en muchos de sus solos.

Respecto a Coenen, cabe decir que ha encontrado en esta banda el complemento que necesitaba para lucir su música. El guitarrista holandés se había ganado una buena reputación como guitarrista independiente, pero en SUN CAGED ha podido desplegar su excelente técnica y su incontenible instinto metalero en un contexto muy progresivo. Porque SUN CAGED suenan muy progresivos, en los tempos de las canciones, en muchas bases instrumentales, en la composición melódica, etc.

Tienen dos álbums oficiales, ambos de notable calidad sonora y compositiva. Sun Caged (2003) suena un tanto más contundente por la mayor presencia de guitarra, tiene numerosos cambios de ritmo, mayor agresividad vocal en la voz de su anterior cantante Andre Vuurboom (ahora en Sphere Of Souls) y bastantes pasajes instrumentales. Artemisia (2007) es más inspirado melódicamente, tiene fragmentos realmente brillantes, con una presencia instrumental más repartida y un leve giro vocal a lo Rush; es un álbum para disfrutarlo momento a momento.

En definitiva, buen metal progresivo en toda su extensión, con un destacable equilibrio entre sus diferentes tendencias melódicas y de intensidad metalera. Esperemos que sigan en esta línea.

domingo, 13 de julio de 2008

La transformación de Labrie


Hablar de la transformación musical que ha experimentado JAMES LABRIE desde sus inicios, es hablar también de la evolución que ha sufrido la música de Dream Theater desde que iniciaron su andadura en 1989. De hecho, la voz de Labrie siempre ha sido un elemento de controversia entre los fans del grupo.

Su debut con Dream Theater en Images & Words (1992), procedente del grupo de hard rock Winter Rose, significó el espaldarazo musical para la banda ya que Charlie Dominici, un cantante demasiado enraízado con el heavy melódico, estaba siendo algo así como una especie de rémora después del primer trabajo oficial de la banda. Con Labrie en plenitud, el grupo eclosionó con un sonido que ha creado escuela en el metal progresivo. Todos eran virtuosos, también un James Labrie que desplegaba altísimos registros vocales y un maravilloso vibrato (la lenta Another Day es una espectacular muestra de ello). Live At The Marquee (1993) representa una gran exhibición vocal de Labrie en directo, donde además da otra dimensión a los temas que había grabado Dominici. Awake (1994) es para muchos el nivel más álgido de la banda, pero además representa un punto de inflexión en la voz de Labrie: a partir de este álbum, su estilo empezaría a cambiar. Su cante agresivo, ultra-agudo, a ratos desgarrado, contribuía a crear una atmósfera mágica y oscura en aquel álbum. Fue la última gran demostración de virtuosismo vocal en estudio de Labrie, porque en la gira posterior tuvo un grave accidente vocal que iba a condicionar su manera de cantar.

Hay que reconocer que el estilo de Dream Theater no sólo cambió por Labrie: después de esa gira se marchó el teclista original del grupo, Kevin Moore, lo cual también iba afectar bastante a la composición musical. En el EP A Change Of Seasons (1995), Labrie ya muestra un estilo más grave y pausado, que no evidencia aún el cambio estilístico porque el tema es mayoritariamente instrumental y la parte vocal no es muy comprometedora. El EP es una de las obras más inspiradas de la banda, por cierto.

La transformación de estilo se manifiesta ya claramente en Falling Into Infinity (1997), donde Labrie evita las líneas especialmente agudas, alarga lo mínimo posible los vibratos y abusa de los tonos nasales como si no quisiera arriesgar la garganta...Es un sonido más moderno para la época, que huye de los rasgos heavy más evidentes, incluso rozando en alguna ocasión los tonos popperos. Esto, y las propias composiciones del grupo (ya sin Moore), dan a ese álbum un aire más accesible y comercial que los anteriores.

Cuánto hay de limitación vocal y cuánto de precaución en el cambio de estilo de Labrie, es difícil saberlo. Scenes From A Memory (1999), es uno de los mejores álbums del grupo pero está limitado por la cautelosa voz de Labrie. En cambio, es curioso cómo en su trabajo en solitario Mullmuzzler (1999) mostraba un estilo más agresivo y directo, retomando algunos vibratos y atreviéndose con notas bastante agudas; algo que ya no se aprecia igual en la segunda parte Mullmuzzler (2001), más ligera y con demasiado contenido acústico.

En Six Degrees Of Inner Turbulence (2002), la voz de Labrie flaquea en los pasajes más potentes, como en la soberbia The Glass Prison donde se echa en falta un plus de agresividad vocal. Y en Train Of Thought (2003), un álbum orientado a los riffs de guitarra de Petrucci, Labrie parece absolutamente fuera de su hábitat. En cambio, se muestra más inspirado en su proyecto propio Frameshift, Unweaving The Rainbow (2003), de corte mucho más ligero, orientado a la voz y plagado de momentos acústicos, donde Labrie demuestra haber adquirido interesantes recursos vocales más afines a un estilo hard rock suave que progmetal.


En los trabajos más recientes con el grupo, Octavarium (2005) y Systematic Chaos (2007), igual que en su trabajo en solitario Elements Of Persuasion (2005), la voz de Labrie va alcanzando nuevos y diferentes matices, dando más color a los tonos bajos y potenciando las composiciones lentas y "amables", algo que en mi opinión ha ablandado excesivamente el sonido de Dream Theater y le ha restado la épica y profundidad de antaño. Sinceramente, se echa en falta un estilo vocal que Labrie parece no poder ofrecer, salvo en determinados pasajes y con alguna afortunada excepción como In The Presence Of Enemies Pt2. La propia música de Dream Theater se ha vuelto demasiado bipolar: pasa del extremo más metalero a la balada acústica más blanda, pero ya no queda mucha de la magia melódica y conceptual de los inicios.

Todo ello ha hecho de Labrie un vocalista con más recursos, con un timbre de voz más nasal y cálido, pero cada vez menos apropiado para composiciones de metal progresivo. En un sonido de riffs rudos, antes podía cantar notas agudas y desgarradas; hoy trata de emular a Phil Anselmo, Hetfield y cía, pero su voz no parece adecuada a ello. Sigue siendo bueno, y lo demuestran sus trabajos en solitario, pero fue excepcional en la mejor época de Dream Theater. La duda es ...¿Labrie transformó el sonido de Dream Theater o Dream Theater el de Labrie?

miércoles, 9 de julio de 2008

Nubes y claros I

TO-MERA es ese tipo de banda cuya propuesta musical presenta "nubes y claros". Su particular estilo puede no gustar a todos los aficionados al metal progresivo, pero merece la pena intentar adentrarse en su sombrío mundo . La mezcla de sonidos y estados de ánimo es su carta de presentación: los tonos melancólicos e intrigantes, con pinceladas de estilo jazz fusion, se funden con poderosos riffs de guitarra de una brillantez sonora que podría firmar el mismísimo Dimebag Darrell (R.I.P.). Le añade misticismo la voz de su vocalista femenina quien, más cercana a Ayreon y hasta a Evanescence que a Epica o Nightwish, suaviza la potencia musical (lo cual puede no gustar a todo el mundo...). Por cierto, el trabajo de guitarra es exquisito, con partes solistas de altísimo nivel y limpieza. Tienen dos álbumes oficiales, Transcendental (2006) y el reciente Delusions (2008), de los cuales destaca la buena calidad de producción y sonido en ambos y el excepcional trabajo de guitarra solista (sobretodo en Delusions). Numerosos cambios de ritmo, ambientaciones orquestales, bastantes detalles de otros géneros musicales y una ejecución instrumental sin fisuras, son parte del concepto. Los álbums de To-Mera son como bandas sonoras de una película, en los que su discontinuidad musical y su lineal (casi monótona) voz femenina pueden llegar a entorpecer la buena calidad del guión...